Si alguna vez has estado en una campaña evangelística, es posible que conozcas ese sentimiento cuando alguien es grosero y te cierra la puerta en la cara cuando tratas de invitarlo a una reunión o estudio del evangelio. Recuerdo las palabras de un hermano, “siempre que eso suceda, no te preocupes, solo ve y toca a la puerta de al lado”. En palabras simples, sigue adelante.
No nos gusta, pero sabemos que ocurre. Puedes pensar que eso no ocurre cuando la persona al otro lado de la puerta (o computadora o línea telefónica) es Cristiana. Lamentablemente, ocurre. No tan a menudo, pero ocurre. Puede darse el caso de que tengas un gran plan para alcanzar a tu comunidad o para trabajar en equipo con una congregación cercana, y un hermano o hermana simplemente “te cierra la puerta en la cara” y te dice: “No, eso no funcionará”. Bueno, como dijo mi hermano, “solo ve y toca a la puerta de al lado”.
Ha habido ocasiones en las que este siervo ha tenido una gran disposición de trabajar en algo con hermanos que ama y respeta, pero su reacción fue negativa. Esas propuestas se hicieron teniendo en cuenta Gálatas 6:10. Pero, ningún consejo por parte de ellos, solo rechazo. Más tarde aprendí que, cuando alguien te da la espalda, no te preocupes, hay muchos que están dispuestos a abrazarte o darte la mano. ¿Qué quiero decir? Por cada uno de los que se opusieron, hubo decenas que alentaron y apoyaron con gusto lo propuesto. Algunos de ellos proporcionaron buenos consejos o correcciones necesarias para que funcionara.
Cuando realmente quieres hacer lo que es correcto a los ojos de Dios, Él te ayudará, porque no es por vanagloria sino para Su gloria, y pondrá a gente buena para que abra esa puerta cuando toques.
El apóstol Pablo a los Cristianos en Roma escribió:
“Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”
Romanos 8:27-29
Amados hermanos y amigos, Cristo pagó un alto precio para liberarnos del pecado. Él espera que aquellos que le obedecen sean sus fieles servidores. Siervos que estén dispuestos a hacer la obra y que no se queden con los brazos cruzados quejándose y desanimando a los comprometidos con Cristo. Muchos en este mundo dicen que quieren ser como Cristo, pero no mueven un dedo para parecerse a Él. Los Cristianos del Primer Siglo fueron esparcidos, no para hacer turismo, sino para llegar a las almas y hacerles saber las bendiciones de ser salvos. Ocupémonos en hacer la obra que nuestro Señor nos ordenó hacer (Mateo 28:19-20).
¿Nadie abre la puerta? Sí, es triste, quizás en otro momento, pero, ahora mismo, vamos, toquemos la próxima y hagamos nuestro trabajo.