Skip to main content

Hay un pasaje en las Escrituras al que solemos referirnos como “La Torre de Babel”. Encontramos ese texto en el primer libro de la Biblia, Génesis, en el capítulo once. Resumiéndolo, sólo había un idioma en ese momento, así que todos eran capaces de entenderse. ¿Hay algún problema con eso? No, no lo hay. Pero las acciones de algunos, el liderazgo de otros, causaron grandes problemas. Querían edificar algo, pero ¿hay algún problema con eso? No. Cristo dijo que iba a edificar su iglesia (y lo hizo, Mateo 16:18, 1 Corintios 3:9). Querían construir una torre que durará por mucho tiempo, ¿hay algún problema con eso? No. Cristo y Pablo enseñaron acerca de buenas fundaciones (véase Mateo 7:24-27; 1 Corintios 3:10-11) Pero el problema se encuentra en el propósito de lo que estaban haciendo, como leemos según Génesis 11:4,

Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la faz de toda la tierra [énfasis añadido].

Meditemos un poco sobre esto. ¿Se molestaría Dios con nosotros porque queremos practicar el trabajo en equipo? ¿Se molestaría Dios con nosotros por querer hacer cosas que duren? ¿Se molestaría Dios con nosotros porque queremos estar unidos? La respuesta es simple, No, no lo hace, sin embargo, vemos el gran problema con aquellos en ese momento de la historia. Querían hacerse de un nombre. Querían ser como Dios. Querían ser reconocidos, ser famosos. Buscaban vanagloria. Recordemos que algo vano es simplemente algo inútil, vacío, pero, de alguna manera, la humanidad parece buscar eso más a menudo de lo esperado. La gente tenía miedo de ser dispersada en el extranjero. No estaban pensando bien. Pudieron iniciar el edificio, pero no lo terminaron, porque Dios confundió su idioma (Génesis 11:7). ¿Por qué? Porque Dios lo sabe todo, y sabía lo que había detrás de esa construcción, detrás de esa idea,

“El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios.
Todo su pensamiento es: No hay Dios”

Salmo 10:4

Los planes de Dios eran, son y siempre serán mejores que los nuestros. Ellos fueron esparcidos debido a su orgullo. Babel simplemente significa confusión. Los idiomas trajeron confusión al mundo en ese momento.

Más tarde, hubo otro grupo de seres humanos que fueron esparcidos, pero, con un buen propósito. La iglesia primitiva de la que leemos de acuerdo con Hechos 8:1-4. Antes de ese acontecimiento, hubo otro acontecimiento en el que los idiomas, en lugar de crear confusión, trajeron unidad y fe en Cristo. Cuando los apóstoles estaban en Jerusalén, recibieron el poder del Espíritu Santo y comenzaron a hablar idiomas que no conocían, pero las masas que los rodeaban entendieron, se asombraron, y así se proclamó un mensaje poderoso, tan poderoso que, alrededor de tres mil de ellos fueron bautizados ese día, y la iglesia que nuestro Señor prometió durante su ministerio, comenzó ese día. ¿Te gustaría conocer todos los detalles de ese evento? Te invito a leer Hechos 2.

Este ministerio, “Scattered Abroad” (“Esparcidos”) está disponible en inglés y español. Cada artículo que puedes leer aquí también ha sido publicado en inglés. Según una simple búsqueda en Internet, hay alrededor de 6500 idiomas que se hablan en el mundo actual. La tecnología actual nos permite, haciendo algunos “clics”, traducir cualquier cosa en casi todos los idiomas, y obtener una traducción “decente” o “comprensible”.

Hoy en día, los idiomas son una bendición. Podemos llegar al mundo entero. Podemos hacer saber a cada alma que Dios se preocupa por ellos y quiere que vuelvan a Él. Podemos anunciar las buenas nuevas y hacer que el mundo sepa acerca de Cristo y de la salvación que ofrece. Podemos estar unidos a pesar de nuestros idiomas. Habiendo sido parte de algunos viajes y campañas misioneros me ayudó en gran medida a darme cuenta de la bendición de poder hablar más que un idioma y ver la bendición que ir “por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15) trae a toda la raza humana. Hagamos nuestro trabajo. Seamos responsables. Seamos la luz que Cristo nos ordena ser. Cumplamos nuestro compromiso con Él.

¿Quieres ser parte de esto? El Señor con mucho gusto nos invita a todos a venir, y Él nos dará descanso, lo único que tenemos que hacer es obedecerle a Él y a Su voluntad. En el Cielo, el idioma no será una barrera. En el Cielo, estaremos unidos, pero, mientras tanto, podemos estar unidos aquí, preparándonos para ese maravilloso día, incluso cuando estamos esparcidos. ¿Quieres saber más? Háznoslo saber, y estaremos más que contentos de estudiar la Palabra de Dios contigo. A Él sea toda gloria, siempre.

Leave a Reply