Traducción al Español por Marlon Retana
Si algo nos ha enseñado acerca de lo que significa estar divididos, eso ha sido el año 2020. Y vaya qué año fue. Pasaron tantas cosas, y al mirar hacia atrás y al pensar en todas las cosas que ocurrieron, a veces me pregunto: “¿Cómo? ¿Cómo logramos superar un año tan loco?” Luego, doy un paso atrás, y ahora, en retrospectiva, sé exactamente cómo lo logramos. Jesús, Su Palabra, Dios, Cristianos, esperanza, unidad, así es exactamente como lo logramos. Me recuerda lo que el escritor a los Hebreos dijo según Hebreos 12:1-2,
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios [énfasis añadido].
Si nuestros ojos no se enfocan en nuestro Señor, entonces todo está perdido.
Todo lo que sucedió el año pasado, es una de las razones por las que este tema fue elegido para el año 2021. Acabamos de salir de un año loco. Mucho de esto está detrás de nosotros (afortunadamente), y nos esforzamos por vivir en un mejor momento. Y sin embargo, algunos de esos problemas persistentes no se van a la vuelta de un nuevo año calendario. Cada problema no desapareció mágicamente en el instante en que el año cambió de 2020 a 2021. Uno de los mayores problemas que salió a la luz en el año 2020, fue el tema de nuestras diferencias.
Cada ser humano está diseñado de manera intrincada y única por Dios. No hay dos personas iguales. No hay dos personas que lleven el mismo ADN. No hay dos personas que lleven exactamente las mismas características. El punto es que cada persona tiene diferencias. Y en nuestro mundo, cultura, y sociedad, esas diferencias se ponen, desafortunadamente, en el centro de atención, ya sean nuestras ocupaciones, nuestras situaciones financieras, nuestros lugares de estudio, nuestra capacidad atlética, nuestro color de piel, etc. Cuando se trata de nuestro mundo, eso es en lo que se enfocan, y sólo en ello.
Pero ¿qué hay de nosotros como Cristianos? Como hijos de Dios, ¿cómo se supone que debemos reaccionar cuando somos tan diferentes el uno del otro? Ves, eso es lo hermoso de la unidad que se encuentra dentro de Jesucristo.
1 Corintios 1:10 nos dice:
Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos os pongáis de acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer.
Otro pasaje que debe ser sacado a la luz, es el final de Efesios 2. Pablo habla de una morada que Dios edificó específicamente para aquellos sin hogar. Aquellos que, según versículos 1 al 3, estaban “… muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” ¡Eran individuos que, básicamente, no tenían un hogar! Pero Dios les ha edificado una morada (que es la iglesia — 1 Timoteo 3:15), en la que pueden protegerse de los elementos externos.
Ciertamente podríamos andar por toda la morada que Dios edificó, pero simplemente no tenemos tiempo para hacer eso. Sin embargo, quiero mencionar una cosa a medida que ponemos fin a esto. Dios usó materiales defectuosos para construir Su morada perfecta (Romanos 3:23). Usó personas que, alguna vez, fueron sin hogar. Usó personas que, alguna vez, vivían para sí mismos y para el mundo. Usó personas que, en un momento dado, le habían dado la espalda. Sin embargo, por medio del bautismo (Hechos 2:38), pudieron venir y tener una parte dentro de la morada de Dios. A pesar de las diferencias y de las imperfecciones, Dios usó Su creación —incluyéndonos a ti y a mí— para crear algo perfecto.