Traducción al Español por Marlon Retana
No necesito recordarte que vivimos en un mundo dividido. De hecho, en el último año más o menos, las divisiones se han intensificado rápidamente. El racismo alimenta las luchas entre diferentes culturas y etnias. La agitación política hace que los países se fracturen en partidos diametralmente opuestos. El denominacionalismo busca dividir un cuerpo: la iglesia sobre la que leemos según Efesios 4. E incluso en una sola iglesia, los Cristianos a veces se dividen en varios campos por razones tan triviales como, por ejemplo, quién los había bautizado (1 Corintios 1:10-17). ¿Cuál es la respuesta a toda esta división?
La respuesta es, el amor. El amor puede curar males sociales como el racismo y el partidismo político. El amor puede juntar a los divididos religiosamente y eliminar tendencias egoístas como las que son descritas según 1 Corintios.
Permíteme explicar.
Jesús enseñó una lección innovadora contra el racismo en Lucas 10. Iniciando en el versículo 30, Jesús enseñó la parábola de “El Buen Samaritano”. Impulsado por la pregunta, “¿Y quién es mi prójimo?”, Jesús explicó que cierto hombre (presumiblemente judío) fue golpeado, robado, y dejado por muerto mientras se encontraba en el camino de Jerusalén a Jericó. Por casualidad, un sacerdote y un levita pasaron por la escena del crimen en diferentes momentos, pero en lugar de detenerse para ayudar, ambos “pasaron de largo”. Claramente, estos hombres aparentemente religiosos no se preocupaban por su hermano. ¿Qué tan verdaderamente religiosos podían ser que ni siquiera les importo ayudar a esta pobre alma?
Más tarde, un “samaritano” vino y, esta vez, el herido fue rescatado… por un samaritano (¡Esto es importante)! El texto dice que el samaritano “fue movido a misericordia” por él. Vendó las heridas del hombre, lo puso sobre su propio animal, lo llevó a una posada y pagó la cuenta. Luego prometió regresar y pagar todos los gastos adicionales al regresar. Si buscas la palabra griega para “misericordia”, encontrarás que significa “ser movido en las entrañas de uno, ser movido a compasión, tener compasión”. Esa compasión solo puede estar motivada por el amor.
Por cierto, los judíos odiaban absolutamente a los samaritanos, ¡y el sentimiento era generalmente mutuo! La Biblia dice claramente que “judíos y samaritanos no se tratan entre sí” (Juan 4:9). Una de las razones de esto era que los samaritanos eran una mezcla de etnia judía y gentil (esto ocurrió durante el cautiverio asirio de Israel en 722 a. C.). Los judíos de “sangre pura” llegaron a despreciar a los samaritanos por esto. Pero mira el punto que Jesús hizo con su parábola. Un samaritano, no un judío, era el único verdadero prójimo de este hombre golpeado y robado. ¡El amor era la cura para el racismo profundamente arraigado! ¿Crees que este judío en particular todavía tenía animosidad hacia los samaritanos después de estos eventos? ¡Yo pensaría que no! La respuesta a la división racial es el amor.
Avanzando hacia las divisiones políticas, observamos que la nación y el mundo están, quizás, más divididos por razones políticas en este momento que en muchos años. Sin entrar en detalles sangrientos, uno ciertamente puede ver cuán cierto es esto al presenciar los insultos amargos, la retórica áspera, el menosprecio de las personas que no están de acuerdo entre sí, y la alineación a lo largo entre partidos políticos y negarse a trabajar juntos para el bien común de la sociedad. El estancamiento es realmente entristecedor, y aún lo es la aceptación de una moral claramente antibíblica en nombre de la defensa de los partidos políticos.
¿Qué podría curar esta marcada división? Nuevamente, la respuesta es, el amor. “Ciertamente la soberbia concebirá contienda; Mas con los avisados está la sabiduría” (Proverbios 13:10). Recuerdo de nuevo a la iglesia de Corinto, que, según 1 Corintios 12-14 es descrita como siendo dividida orgullosamente sobre los dones espirituales. En particular, los Corintios estimaron el hablar en lenguas como el mayor don y discutieron y se dividieron hasta el punto en que Pablo dijo: “para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros” (1 Corintios 12:25). Luego pasó a escribir uno de los capítulos bíblicos más importantes sobre el amor: 1 Corintios 13. En él, Pablo dijo:
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…”
1 Corintios 13:1-8a.
¡Nuestros políticos necesitan estar bien informados sobre este capítulo! Claramente, la mayoría de ellos no lo ha leído en mucho tiempo. “El amor es sufrido, es benigno”. ¿Cuándo fue la última vez que caracterizó la retórica de un político? (Afortunadamente, hay algunos políticos que cumplen con esto, pero son pocos y distantes entre sí). “El amor no tiene envidia”. La envidia está en la raíz de muchas normas políticas, como las que buscan cambiar la riqueza de un lado a otro entre beneficiarios opuestos como arenas movedizas. “El amor no es jactancioso, no se envanece”. He visto muchos desfiles políticos llenos de orgullo, ¡pero no creo que se puedan caracterizar por el amor! El amor “no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.” Una vez más, tristemente, ¡la mayoría de los políticos en este mundo posmoderno se caracterizan por exactamente lo contrario de esas palabras! El amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Imagínate si este lema fuera estándar para todos los políticos. ¡Oh, cómo cambiaría el atascamiento! La respuesta a los conflictos políticos es el amor.
Finalmente, ¿qué pasa con la división religiosa? Esta es fácil porque ya la hemos cubierto. 1 Corintios 12:25, 1 Corintios 13, y pasajes similares ¡son la respuesta!” La Biblia condena la división religiosa (Juan 17:20-23; 1 Corintios 1:10ss). La Biblia enseña que hay una iglesia y que la iglesia debe mantener la unidad del Espíritu (Efesios 4:1ss). La forma en que lo hacemos es uniéndonos en la doctrina de Cristo (2 Juan 1:9). Nos unimos en nuestro amor por Él y Sus mandamientos, que no son gravosos (Juan 14:15; 1 Juan 5:3), y nos unimos en nuestro amor por los demás (Juan 13:34-35; 15:12; 1 Pedro 4:8; Romanos 12:10, 13:8; 1 Juan 3:19, 4:7-11). Si realmente nos amamos unos a otros y amamos a Dios, buscaremos estar unidos en Su voluntad y Su amor. La respuesta a la división religiosa es el amor. ¡Oh, cuántos de los problemas del mundo podrían curarse con amor! Imagínate cuánta división se podría curar. ¡No es de extrañar que Jesús dijera que los dos mandamientos más importantes involucraban el amor!